relaciones

SER IMPAR
(Hoy hablaré de mí, de las ideas de C. Burgos y del camino en el que creo...)
Cuando en su día se terminó mi anterior relación la frase estrella que me tocó escuchar como un disco rayado fue... "no te preocupes, hombre, un clavo quita a otro clavo" siempre acompañado de la misma palmadita en la espalda que parecía decir "si yo te entiendo..." A mi por entonces solo se me ocurría mirar a otro lado y hacerme el sueco, porque terminar una relación para empalmar con otra o conseguir que alguien deje a su pareja para empezar contigo, de forma compulsiva, son situaciones que nunca salen bien... por experiencia. Las cosas deben darse de manera natural y lógica y para eso cada uno de los dos debe sentirse bien en su vida, feliz, estable, sin carencias que suplir fuera.
Sacar a un clavo con otro clavo, cuanto antes, tener una novieta o un noviete, aunque no les interesara mucho, con el fin de quitarse la tontería, dar celos al ex... en fin, ese tipo de problemas que trae la IGNORANCIA, lo de ir buscando en los demás las soluciones a nuestra vida, o la culpa de cómo nos va, en lugar de tener un tiempo para nosotros y hacer nuestra vida, siempre reducida a la mínima expresión por ese ímpetu de relacionarse, para ser valorado, esos problemas los arrastra una mayoría muy peligrosa de vosotros.
Mientras una persona esté más preocupado en SUPLIR SUS CARENCIAS AFECTIVAS BUSCANDO RELACIONES, como el típico consejo de "conoce a más chicas", todas las que lleguen detectarán estas carencias, esa debilidad, esa NECESIDAD de sentirse valorado por otras personas. Esa es la clave principal por la que las relaciones no echan a andar como deben, sino que empiezan con problemas de todo tipo, y acaban en ruptura, por lo general tempranas.
Cuando una persona NO FINGE ESA ACTITUD de tener controlada su vida, cuando realmente tiene su tiempo, sus amigos, su trabajo, tiene todo completo y no necesita nada más en su vida, entonces estamos ante la figura de alguien que APUESTA PARA GANAR, alguien que nos genera atractivo, alguien que está preparado para tener una relación de verdad, porque su actitud ante la vida nos indica que gestiona adecuadamente su vida y que ningún obstáculo puede parar ni romper con todo eso que ha amasado y que valora.
Está claro que aquí todos somos humanos, que todos tenemos defectos, que nadie tiene su autoestima plena... y por eso esta es mi referencia, MI BRÚJULA... Yo solo digo que estoy convencido que con la persona con quien iniciaré una relación será alguien que no siente dudas por intentarlo conmigo, que no baja la mirada ante el reto y que se arriesga a hacerlo (al igual que yo), alguien al fin y al cabo que con quien piense que merece la pena intentarlo. Soy una persona que aprovecha las oportunidades, ambicioso, decidido y con valentía ante la vida, y cada vez aprendo más a focalizarme en aquellas cosas que me merecen la pena, dejando de lado las que AQUÍ Y AHORA no me llevan a nada.
Hay una reflexión que habla sobre cómo le gusta a muchas mujeres escuchar de boca de su pareja algo del tipo "hasta que te conocí, mi vida era una mierda, yo saltaba de cama en cama, de mujer en mujer, pero ahora que estoy contigo mi vida es maravillosa", cuando yo creo que lo que deberíamos decir es "mi vida antes de ti era estupenda, yo era feliz, no me faltaba de nada, disfrutaba de mi mundo al cien por cien, pero ahora que te conozco... todavía es mejor" Pero por lo general vemos cómo las personas arrastran sus miedos y sus frustraciones, empaquetándolas de una relación a otra. Ser single o soltero no es un problema. De hecho es algo sano sentirse bien estando solo. Lo que no podemos concebir es tener un problema de autoestima, donde el amor propio escasea, y salir a buscarlo fuera. Es decir, querer una relación para llenar nuestros vacíos.
El amor se da y se recibe, pero nunca se mendiga.


JOHN LENNON
Nos hicieron creer que el “gran amor”, sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Las personas crecen a través de la gente. Si estamos en buena compañía, es más agradable.
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.
Nos hicieron creer en una fórmula llamada “dos en uno“: dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.
Nos hicieron creer que casarse es obligatorio y que los deseos fuera de término, deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los y las modelos y la gente con dinero son más amados.
Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas.
¡Ah!, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto…… cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia, se practica a plena luz del día.


LAS DIFERENCIAS COMPLEMENTARIAS
(Aquí os dejo un texto de N. Branden sobre la elección en el amor)
Cuando nos encontramos con una persona que ha aprendido unas estrategias de supervivencia similares a las nuestras, cuando tiene una forma de vivir en este mundo de reconocemos, cuyos procesos de superación y adaptación son parecidos a los nuestros, entonces se produce el shock del reconocimiento, la sensación de un profundo vínculo sobre la que se edificará la estructura de la relación sentimental. Pero no existen dos personas que se desarrollen de manera idéntica, ni dos que realicen exactamente los mismos potenciales.
Pongamos algún ejemplo a este punto: una persona realiza más que otra sus capacidades orales-intelectuales, otro individuo se mueve más en el sentido de desarrollar su función intuitiva. Una persona deriva a la acción y otra es más contemplativa. Un individuo se siente más atraido por el arte y otro es más "mundano". A alguien le encanta tener vínculos sólidos con el pasado y hay quien vive sobre todo en el futuro. Puede que una persona se dedique exclusivamente a conseguir objetivos profesionales y otra a desarrollar y fomentar sus relaciones personales. Hay personas profundamente enamoradas de aspectos físicos, otras de aspectos intelectuales y otras de aspectos emocionales. Poseemos estos potenciales en diversos grados y los ponemos en práctica también en grados distintos. En todos nosotros existen todas estas posibilidades, pero la fórmula de la combinación precisa para cada uno es única e individual, tanto como las huellas dactilares.
Tenemos más posibilidades de enamorarnos de aquella persona con la que experimentemos, simultáneamente afinidades básicas y diferencias complementarias. Cuando ambos experimentan sus diferencias como complementarias, las sentirán como algo estimulante, un desafío que potencia la sensación de crecer.
Está claro que no todas las diferencias son complementarias, algunas pueden ser antagónicas. Es una simplificación superficial decir que "los opuestos se atraen" Hay personas cuyas formas de pensar y de procesar experiencias, cuya manera de relacionarse, las acciones y el mundo son tan distintos entre ellos que no puede existir otra cosa que fricciones.
Para experimentar la intimidad inerente al amor, los dos deben considerar sus diferencias como elementos enriquecedores, capaces de despertar en ellos potenciales que no habían explotado. El hecho de que ambos las perciban así dependerá de la voluntad y capacidad de encontrar y apreciar valores en la orientación de su pareja. Y esto depende a su vez de la capacidad de ambos individuos para aceptar y respetar ese elemento subordinado dentro de ellos. El amor suele coexistir con fricciones por no aceptar y respetar; cada día hay parejas que se enamoran y que experimentan algunas de sus diferencias como complementarias y otras como antagónicas. La cuestión es que se pueden resolver los conflictos reconociendo y aceptando que nosotros mismos tenemos esos rasgos que aveces nos frustran y molestan cuando las vemos en la persona amada; aprendiendo a aceptar esos rasgos en nosotros mismos, somo más capaces de aceptarlos en los demás.
(Pongo un ejemplo... imaginaros que nos irrita mucho que nuestra pareja sea capaz de contar nuestros problemas de relación a su mejor amigo... lo que está ocurriendo es que soy yo quien no acepta contar esos problemas a nadie... me irrita que yo no pueda hacerlo y es lo primero que tengo que aceptar y reconocer)
Las diferencias complementarias entre miembros de la pareja que se aceptan a sí mismos y mutuamente pueden consituir una poderosa fuente de estímulación del crecimiento y de un mejor reconocimiento de uno mismo. Cuanto más firme sea la autoestima, más probable es que ocurra esto; entonces estarán menos dispuestos a considerar sus diferencias como una amenaza. Quiero hacer una aclaración. Las diferencias pueden ser complementarias, contribuyendo al éxito de una relación, solo cuando los rasgos de cada individuo son valiosos y deseables. Los valores que tenemos y los que rechazamos no son complementtarios. No vemos que exista una relación de amor entre una persona con una alta autoestima y otra que la tiene baja, ni entre una persona inteligente y otra agresivamente estúpida. Tales diferencias no son mutuamente estimulantes. A veces pasa que a una persona deshonesta le atrae la honestidad de otra, del mismo modo que a una insegura le puede atraer la autoestima de otra, buscando en el otro ser humano lo que ella no posee. Pero es una atracción unilateral, ni recíproca. A la honestidad no le atrae el fraude, ni a la autoestima la falta de confianza en uno mismo. En este caso no existe la base para un amor mutuo.


UNA BUENA FORMA DE PENSAR EN EL AMOR
Os acompaño un buen texto que he encontrado en www.empareja2.es sobre las relaciones...
Por qué buscamos el amor?
Desde que somos niños, desde nuestra más tierna infancia, nos han inculcado en la cabeza la idea de que al ser mayores, al ser adultos, nuestras vidas, para que sigan un “correcto” camino, han de acabar en la unión con otra persona. Nuestros mayores siempre nos han enseñado que la realización máxima del ser humano es encontrar un trabajo estable, que nos dé independencia económica, una pareja con quien compartir la vida y una prole que nos haga sentirnos satisfechos con nosotros mismos por haber dejado un legado, algo que demuestre que hemos estado aquí y que hemos sido personales normales, honestas, todo un referente sobre lo que el ser humano civilizado y moral debería ser.
Eso es lo que nos han contado, lo que nos han transmitido, lo que hemos “mamado”, visto en películas, leído en libros, escuchado en historias de otros... siempre la misma canción: un final feliz donde dos personas se unen y obtienen su máxima realización como personas estando en pareja. Pero las cifras no mienten, y a día de hoy por todos es sabido que las rupturas, las separaciones y los divorcios están a la orden del día. Muchos lo achacan a que “las personas ya no se soportan”. La independencia de ambos sexos, tanto económica como psicológica, la igualdad entre hombres y mujeres, las oportunidades de la vida y el “libertinaje” están en el punto de mira de las razones por las cuales las parejas no aguantan juntas.
Y sin embargo, tras los descalabros sentimentales, tras las lágrimas vertidas, los traumas sufridos y todo un sin fin de problemas... seguimos buscando el amor. Y no solamente eso, sino que pensamos que lo que hemos vivido no ha sido amor, sino una sombra de lo que realmente nos llegará: El Gran Amor. Ese amor que transformará nuestras vidas, que nos hará ver que todo lo anterior no ha sido más que un breve roce de lo que realmente nos está por venir. Probamos, una y otra vez, con más relaciones, más personas, más situaciones y experiencias. Sin embargo, el tiempo pasa, y la gente no termina de encontrar ese El Dorado que es el amor de su vida.
¿Qué es lo que ocurre entonces? Si estamos predestinados para encontrarlo, para hallar esa dicha en pareja, ¿por qué una vez que tenemos la situación apropiada ésta no llega? Y no sólo eso, sino que en su ausencia la desdicha es puesta en su lugar, otorgándonos un sin fin de posibilidades negativas que hace que la gente sufra verdaderos infiernos sentimentales.
Algo falla...
¿Qué hay realmente tras esa búsqueda?
Queremos creer que las razones anteriormente citadas (y un sin fin más que no es posible enumerar) son las que nos obligan, muchas veces inconscientemente, a seguir una rutina en nuestra vida como es la constante búsqueda de esa pareja perfecta, la cual nos haga flotar en una nube, nos haga amanecer con una sonrisa en la cara y nos alimente ante la hambruna de la vida real: una vida llena de problemas, hipotecas, envidias, celos, tristeza, depresión, descontento, mal humor...
Pensamos que la sociedad nos ha formado, directa o indirectamente, de una manera en la cual el ciclo natural del ser humano es crecer, unirse emocionalmente de por vida, tener un empleo respetable y honesto, formar una familia y, una vez obtenido todo esto, es cuando puedes ser feliz. Mientras que no tengas eso, mientras que te falte alguna de esas “cualidades” o tengas alguna carencia, tu vida no será completa. Tu felicidad imposible.
Uno de los verdaderos motivos por los cuales la gente busca constantemente el amor, es la soledad. A continuación, veremos una serie de frases que seguramente todos hayáis escuchado alguna vez.
- “Odio dormir solo/a.”
- “Me veo raro en cenas con amigos/as, donde se ven parejas felices, y yo voy siempre solo/a.”
- “Me gusta tener a mi lado alguien con quien contar, con quien compartir cosas. Alguien en quien confiar y a quien querer. Alguien que me aporte una armonía y tranquilidad que no me pueda dar otra persona.”
- “Pienso que ya tengo una edad para dejar de salir y conocer gente. Creo que ha llegado el momento de sentar la cabeza y vivir con alguien. He tenido muchas experiencias en mi vida y al final, todo es lo mismo. Es hora de parar.”
¿Qué encontramos como denominador común en todas estas frases?. La soledad. Simple y llanamente. Personas que se sienten solas, que no se encuentran realizadas porque les falta algo. Personas que piensan que su media naranja, su amor perfecto, deambula perdida por el mundo, buscando como ellos hacen. Hombres y mujeres con un potencial increíbles para realizarse como grandes seres humanos, pero que creen que el compartir su vida con alguien es el mayor de los regalos. La máxima realización.
Otro motivo a destacar es el aburrimiento. Mario sale de trabajar y piensa “¿qué hago ahora? Jesús y Bernardo estarán con sus respectivas parejas, imposible quedar con ellos. Nacho (el mas activo socialmente) hasta el jueves no sale de su rutina laboral. Me faltan planes, no tengo gente con quien salir. No tengo nada que hacer”. Caldo de cultivo para que alguien como Mario, una persona sin afán ninguno, sin motivaciones o metas, se introduzca en una relación de pareja. Así dejará de estar solo, de aburrirse; tendrá con quien ir al cine, a cenar, a tomar una copa... Mario se sentirá “vivo” de nuevo porque su vida se encuentra en movimiento. Y no solo eso, sino que desarrollará una serie de sentimientos y dependencias sobre su pareja que le hagan flotar en una nube. Se embarcará en cruzadas para realizar regalos, visitar exposiciones, fines de semana románticos... El sol luce en el cielo y no hay a la vista ninguna nube que eclipse algo tan perfecto.
¿Es algo necesario para ser feliz o simplemente el indicio de alguna carencia?
Al pensar en lo que el amor nos puede ofrecer, nos viene a la cabeza una gran cantidad de motivos. Pensamos que un amor de verdad nos llenará como nada lo hace, nos aportará lo que nada material pueda aportarnos y abrirá nuestros corazones para sacar lo mejor de nosotros mismos. Toda una idea romántica de lo que es el amor y sus ventajas.
Pero... ¿qué hay de esas personas que son felices sin tener una pareja? Paula es una mujer independiente, con un buen trabajo que le ofrece la oportunidad de tener una vivienda alquilada, un armario repleto y unos fines de semana socialmente activos. Entre diario, Paula realiza un voluntariado dos días a la semana. Los días que no lo hace, los dedica a realizar deporte y a estudiar un idioma que siempre le llamó la atención. Cuando le queda un par de horas libres, siempre trata de ver a alguna vieja amistad para fortalecer lazos y estar al tanto de la gente a quien quiere. Su familia es atendida los domingos, día que siempre usa para visitar a su madre y hermanos. Paula no tiene pareja; tiene alguna que otra aventura con el sexo contrario, en las ocasiones que ella, como persona adulta y madura, considera adecuadas. Ningún patrón de comportamiento, nada de salir de noches locas a ligar y enrollarse con el primero que la diga “bonita”. Todo hecho siempre desde los valores que ella, como mujer, se adjudica y hace suyos. Si le preguntas a Paula, te dirá con toda seguridad que es plenamente feliz.
¿Qué tiene Paula que no tiene Mario?, ¿por qué ella no necesita a su lado alguien que le atiborre de regalos, con quien ir al cine, con quien cenar o tener una buena noche de sexo? Es muy sencillo: la vida de Paula es plena, es autosuficiente. Ella hace lo que desea hacer, utiliza su tiempo para sí misma y para los que ella quiere. No le hace falta tener a alguien para ir al cine (aunque tenga amigos) porque ella dispone de otras actividades con las que llenar su tiempo. Y si quiere ir al cine, utilizará el momento adecuado para llamar a alguna amiga que le acompañe. No necesita una rutina, no necesita alguien a su lado o a quien llamar todos los días porque ella no tiene tiempo para eso. Sólo tiene tiempo para tener una vida completa y personalmente enriquecedora, sin dependencias emocionales, ya sea de compañía de amistades o pareja.
Mario y Paula nos muestran a la perfección dos roles de tipos de vida: en una observamos alguien vacío, que necesita la compañía de otras personas para no sentirse solo o aburrirse. En otra, vemos el claro ejemplo de una persona fuerte, independiente, con una vida atractiva y llena de posibilidades y experiencias. La búsqueda del amor en la mayor parte de los casos implica razones más reales que el propio amor; esa búsqueda oculta frustraciones, soledades, complejos y sobre todo y ante todo miedo. Miedo a sentirse solo, a no sentirse querido. Miedo a que no le importes a nadie, a que la gente no cuente contigo. Miedo a ser uno más, a no ser importante para otras personas. Miedo a tener una vida vacía, a no ser merecedor de alguien con quien compartir.
Los mismos comportamientos conlleva los mismos resultados
La vida, en su asombrosa sabiduría y enseñanza, a base de las experiencias nos muestra parte del camino. Nos hace ver en las situaciones en las cuales estamos en la oscuridad. Nos ofrece indicios de qué nos ocurre y por qué. Muchas personas conocen los motivos anteriormente citados. Conocen sus propios errores y flaquezas. Sin embargo, siguen tropezando una y otra vez en la misma piedra. Siguen buscando y esperando, estando alertas, deseando que llegue esa persona especial, sin tener algo en cuenta: un mismo comportamiento siempre lleva a un mismo resultado. Dos y dos son cuatro, por mucho que lo mires o muchas vueltas que le des. Así funciona con el comportamiento humano.
Elena no se encuentra en su mejor momento. Felipe, su último novio (4 años de relación) acaba de dejarla. Dice que se siente atado y que quiere tener más experiencias, que ella es una mujer estupenda que se merece lo mejor del mundo, pero que no están hechos para estar juntos. Elena sabe que realmente Felipe se ha cansado de ella y que lo que quiere es experimentar con otras. Ella maldice una y otra vez todos los regalos que le hizo, las cartas de amor que le dedicó. Maldice contra esas cenas maravillosas que le preparaba o que le llamara tres veces al día. Odia con todas su fuerzas cuando le enviaba un sms de buenas noches y cada vez que esperaba ansiosa la contestación. Piensa que algo debe de estar fallando en ella, y sabe lo que es: su dependencia.
Elena es una mujer guapa, joven, muy inteligente, que tiene una carrera universitaria y un trabajo bastante cómodo y bien renumerado. Su familia la adora, tiene unos sobrinos a los que quiere con toda su alma y en el garaje del piso que le regaló su padre está un coche que se acaba de comprar. Tiene lo que mucha gente desearía tener, y algo más: un novio al que quiere con toda su alma. Ella es feliz con su pareja, al cual colma de atenciones y por quien está siempre que lo necesite. Hace un tiempo, tuvo una ruptura con un chico con el cual estuvo tres años, quien la dejó porque ella le presionaba mucho. Pero Elena sabe que con su chico actual todo va a ser distinto, porque él sabe apreciar de verdad lo que ella es capaz de dar por su pareja, siendo ella tal y como es.
Sin embargo, Felipe se cansó de ella y la dejó. Dejó a esa chica maravillosa, guapa, alegre y divertida. Dejó a esa chica que, materialmente, es interesante. Dejó todo en busca de una vida llena de actividad, de independencia y de más mujeres. Algo parecido a lo que le pasó a la ex pareja de Elena, el cual aún se encontraba por debajo de los veinte cuando ella no le quitaba la vista de encima y sólo quería estar con él, no dejándole tener planes con sus amigos si ella no estaba presente.
Aquí podemos ver la historia de una mujer que tiene una gran problema de dependencia. Lo sabe, es consciente de ello. Sin embargo, no hace nada por solucionarlo, y arrastra el problema de relación a relación, con los mismos resultados en todas ellas. Muchas veces conocemos cuáles son los problemas en nuestras vidas. Podemos tener una vaga idea de qué es lo que no va bien, o saber a ciencia cierta que algunos comportamientos... no conllevan a nada bueno. Sin embargo, seguimos realizando los mismos actos, pensando que de todo lo pasado se ha aprendido y que la siguiente vez será distinta.
Pero no se hace nada por cambiarlo, seguimos comportándonos de la misma forma. Obteniendo siempre los mismos resultados, haciendo que nuestra vida sentimental sea un perfecto círculo. El pez que se muerde la cola.
Amarse a uno mismo para encontrar después a alguien a quien poder amar
Uno de los grandes problemas de hoy en día es que la gente se ha olvidado de quererse. Algo tan sencillo como tener respeto a nosotros mismos, admirar nuestras cualidades y mimar y cuidar las debilidades, es algo que ha sido relegado a un segundo plano, dando prioridad ante todo al mundo exterior. Un mundo lleno de oportunidades, sueños, anhelos y un sin fin de atractivos que potencia esa mirada hacia fuera. Creemos que luchando en el trabajo, en las apariencias, en los bienes terrenales, conseguiremos el éxito, alcanzaremos la dicha y encontraremos todo aquello que siempre hemos querido para nosotros y nuestra vida.
Julián es un hombre honesto y trabajador. Todos los días amanece con el sol y se dedica a trabajar en su negocio propio, el cual no le va nada mal. Julián tiene un par de empleados en un comercio de una calle con bastante tráfico. Él mismo realiza todo tipo de actividades, trabajando como sus otros compañeros, siendo uno más. Atiende a los representantes, realiza todo tipo de recados relacionados el negocio y todo su día es dedicado al mismo, siendo el último en salir de su comercio, cuando el sol ya se ha puesto pasadas unas horas. Al llegar a casa, realiza números, baraja ideas... No tiene pareja, por lo tanto todo su tiempo lo dedica a su máximo interés: conseguir un negocio más próspero, más importante. Tener dinero para sus caprichos (una casa mejor, un coche deportivo, un apartamento en la playa..) y sentirse así alguien con una vida de provecho. Por sus amistades, es considerado como alguien agradable, de buen corazón y con el que puedes contar; es querido por sus familiares y amigos.
Pero en ocasiones, Julián piensa que se siente solo. Tiene sus amigas, compañías agradables y ocasionales dentro de su círculo de amistades. Personas que se encuentran, en unas u otras circunstancias, metidas en la misma vorágine laboral que él mismo. Por lo tanto, se hacen compañía: salen a cenar, a dar una vuelta... y por supuesto, buen sexo. Pero Julián se pregunta en ocasiones por qué no conocerá a alguien en otro tipo de circunstancias. Piensa “tal vez si apareciera alguien distinto, alguien que me aportara más seguridad y confianza, quizás podría tener una relación más estable, alguien con quien compartir todo lo que estoy ganando. Quizá incluso, fundar una familia”. Pero a su día a día no llega nada distinto. Sigue teniendo la misma rutina y, extrañamente, conociendo a mujeres que comparten una especie de patrón: todas tienen una vida laboral agitada, con poco tiempo, donde las prisas y el estrés apenas les dejan tiempo para tener contactos con hombres. Y mucho menos formar una pareja.
¿Qué podemos ver en esta historia? Un hombre con futuro, estabilidad económica, que lucha por sus sueños y que no le importa dormir apenas unas horas al día con tal de conseguir sus metas. Alguien que es querido por quienes le conocen y quien tiene una serie de cualidades que le hacen ser una buena persona. Pero, en el terreno sentimental, no encuentra lo que quiere, sino que una y otra vez se encuentra consigo mismo. Conoce personas en circunstancias similares a las suyas y que no disponen de tiempo para sí mismos, sino que únicamente para conseguir metas materiales que les hagan pertenecer a un estatus o posición que ellos consideran correcto.
Lo más triste de esto es que este tipo de personas no se quieren así mismos. Porque si lo hicieran, en primer lugar dejarían de castigarse en cuerpo y alma por algo que debería ser secundario: el trabajo. Sin embargo, una plaga de hoy en día es la de querer más y más, siempre un punto más arriba. Buscando, planeando, maquinando maneras y formas de ascender, de tener más, de ser alguien importante o tener una rutina económica que les deje respirar en paz. Y en esta búsqueda desenfrenada se olvidan de sí mismos. Se olvidan de cuidarse, de escucharse, de atenderse como seres que necesitan una atención, la cual podríamos llamar espiritual. Amor hacia uno mismo.
Verónica es una mujer madura, con estabilidad económica, que tiene una vida independiente. No tiene pareja, pero hace todo lo posible por conseguirla: tiene una vida social es exceso activa. Está dentro de un círculo de amigas que tampoco tiene pareja y, junto a ellas, recorre restaurantes, terrazas, discotecas... Les gusta salir, bailar y divertirse. Conocen los locales de moda y mucha gente del mundo de la noche. Donde, como es normal, encuentran gran variedad de hombres, con los cuales en algunas ocasiones tienen rollos, aventuras, noches desenfrenadas y alocadas. Viven la vida, respetan y esperan ser respetadas. Pero Verónica en su interior sabe que algo le dice que debe de parar, que la vida que está llevando no es lo que realmente quiere, no es lo que le hará crecer como persona. A esto, le suma el conocimiento de que estar de “flor en flor” no le llevará a lo que en el fondo quiere, lo cual es una relación sincera y armónica. Pero Verónica sigue metida en el mismo círculo, pensando que hace lo que quiere y que hay que vivir, que son dos días. Si algo ha de aparecer, aparecerá cuando deba ser, pero de momento ella disfrutará de la vida.
La persona de esta historia no se respeta a sí misma porque, aun escuchando esa voz que sale de ella, sigue haciendo lo mismo una y otra vez. Prefiere hacer oídos sordos y achacar esos momentos a cualquier razón distinta a lo que realmente es: su voz interior, que le avisa y le marca en momentos de necesidad. Se olvida de lo que tiene por dentro y prefiere mirar hacia fuera, disfrutar de la vida y aprovechar las oportunidades que ésta le ofrece. Prefiere pensar que lo que le queda en el mundo ha de vivirlo y disfrutarlo a tope, y no se da cuenta que lo que está haciendo realmente es vivir mal, vivir por debajo de sus posibilidades, conformándose con lo que se va encontrando día a día.
Quererse a uno mismo es algo indispensable, porque si no te quieres tú... ¿cómo puedes pretender que alguien te quiera? Si tú no te respetas, si no te cuidas, si no miras por ti mismo, ¿cómo puedes esperar que alguien haga lo mínimo que tú deberías hacer por ti? Siempre buscamos una persona que nos quiera, alguien que nos entienda, que se porte bien con nosotros, que nos respete y nos cuide. Pero olvidamos que, para que ello ocurra, ante todo debemos empezar por nosotros mismos; todo el mundo sabe qué es lo que va más o menos mal en su vida, todos conocemos defectos o carencias propios. Aun así, lo dejamos de lado y procuramos ocuparnos de la cara exterior (aspecto, imagen pública, bienes materiales...) ya que ésta es la que se ve, lo que primeramente entra por los ojos. ¿Y qué es lo que ven estos? Pues únicamente encuentran personas que hacen lo mismo: mirar fuera y valorar el mundo exterior. Esa persona probablemente no sepa apreciar a otro realmente porque, si no sabe cómo es él mismo por dentro, no sabrá mirar en el interior de otra persona, y mucho menos valorarla como realmente se merece.
¿Qué conductas podrían desembocar en la aparición de una persona con quien comenzar una relación distinta a lo que hemos tenido?
A continuación, haremos un resumen de lo que hemos visto:
- La sociedad, la familia y las costumbres nos incitan a estar en esa búsqueda constante de la persona ideal para nosotros, siendo casi como una obligación moral.
- Tras los motivos románticos y positivos del gran amor, mucha gente lo que esconde realmente es una serie de carencias propias que le animan a crear dependencias emocionales hacia otras personas.
- Es posible ser feliz y no tener una pareja emocional. Es posible tener una vida plena sin necesitar alguien al lado.
- Si nuestros actos siguen siempre una rutina, unas pautas constantes, los resultados no variarán nunca.
- Has de quererte tú primero para ser capaz de poder querer a alguien y ser a la vez correspondido.
Tras este análisis de los motivos por los cuales se suele buscar el amor, podemos ver que el verdadero significado del amor se ha perdido. La gente quiere amar para ser correspondida. Busca algo que le falta, busca alguien que le dé lo que no tiene: compañía, cariño, tranquilidad, confianza... Lo cual demuestra que, en el fondo, esa búsqueda es egoísta, es un mero trámite para poder respirar tranquilos y sentirnos que somos felices. Una felicidad temporal, falsa, porque cuando la pareja se rompe... adiós a la dicha, adiós a esos momentos mágicos. La felicidad se trunca en tristeza y trauma, y esa persona queda herida, mutilada emocionalmente, añadiendo así un peso más a la carga que va llevando según pasan los años. Y lo peor de todo es que esto, tarde o temprano, será volcado en la próxima relación si no se soluciona, si no se toman cartas en el asunto.
En primer lugar, deberíamos darnos cuenta de que el amor es algo espontáneo, algo que ocurre por sí solo. No es algo que se pueda programar, no es algo que se pueda crear de la nada. Esa búsqueda incesante de una persona que nos acompañe en nuestro camino hace que no elijamos bien, que erremos el tiro y fijemos nuestra vista y esperanzas en personas equivocadas. Dicen que el que busca sólo encuentra una cosa: la carencia de algo. Una persona que se confirma día a día, con sus actos y costumbres, en que le falta algo, obtendrá únicamente esa necesidad, esa carencia, porque es lo que piensa de sí mismo. Y la vida siempre te trae, lo quieras creer o no, todo aquello que tienes en mente de forma constante, todo aquello que sientes. Y si únicamente piensas en que te falta algo... seguirás experimentando una y otra vez dicha falta.
Sin embargo, si dejamos de fijarnos en lo que no tenemos y nos centramos en lo que tenemos, todo puede cambiar. El amor por uno mismo, por lo que se es y por lo que se tiene, es algo imprescindible. Porque ese mirar al interior y aceptarse como uno es, valorando lo que tienes y siendo feliz con ello, nos hará crecer como personas. Nos ayudará a ser conscientes de nuestro verdadero potencial, nos mostrará lo maravilloso que es cada uno y hará que nuestra vida se mueva en cotas más altas. Mejorar nuestra imagen hacia nosotros mismos, hará que nos movamos con mayor soltura y confianza por la vida. Una persona que se quiere, que se tiene en estima, que siempre utiliza atributos positivos para sí mismo y que se apoya y mima cuando comete algún fallo, es alguien que indudablemente siempre recorrerá un camino evolutivo a más y mejor. Sin embargo, si te dedicas a castigarte, a insultarte cuando cometes errores, a destacar únicamente lo malo y lo que te falta, te hundirás cada vez más en un pozo depresivo, donde el fondo no es posible verse. Por lo tanto, ante todo y sobre todo, hemos de poner atención en nosotros mismos, dejar de buscar en otras personas lo que no tenemos y mejorarnos nosotros, atendiéndonos como nos merecemos. Quererse, aceptarse y mejorarse es la clave principal para que nuestra vida dé un cambio de rumbo y se encamine hacia una ruptura de las viejas y negativas costumbres. Cuando los actos son cambiados, cuando los nuevos son meditados y claramente positivos, atraeremos hacia nuestra vida distintas y nuevas circunstancias y experiencias, las cuales serán positivas ya que, si cuidamos de nosotros y nos dedicamos a darnos los mejor, nos veremos metidos en rutinas y acciones que atraigan hacia nosotros experiencias iguales.
Hemos podido ver en las historias contadas que un hombre que trabaja sin descanso sólo atrae personas que tienen las mismas prioridades y el mismo poco tiempo para relacionarse. Se ha explicado cómo, repitiendo una y otra vez los mismos actos, sólo obtendremos las mismas experiencias; alguien dependiente de su pareja, que agobia y se entrega al máximo a la relación, conseguirá cansar a su acompañante, y esta repetición pasará en sus siguientes relaciones si sigue comportándose de la misma manera. También se ha puesto un ejemplo de la persona que, para encontrar alguien especial, prueba incesantemente, lo cual sólo le ofrecerá lo mismo una y otra vez. Pero, ¿qué ocurrirá con alguien que cambie sus costumbres y empiece por sí mismo antes de querer a alguien a su lado? Para muestra, un botón:
Pablo es un joven con una vida sencilla, normal. Trabaja en algo que, aunque no sea su ideal, le ofrece algo que valora mucho: tiempo libre. El cual utiliza para ir al gimnasio, leer, recibir clases de guitarra y varias actividades que le tienen ocupado. Los fines de semana, prefiere usar un horario diurno, pero si sus amigos le ofrecen un plan que le guste, no duda en salir una noche. Aunque con lo que más disfruta es quedándose un sábado por la noche en casa, viendo una película y estando en tranquilidad. Pablo no tiene pareja, pero es algo que no le preocupa: ha abandonado la búsqueda de una mujer especial. Hace mucho que se dejó de rollos de una noche, probando, y llegó a la conclusión de que lo que tiene en la vida es lo mejor que le puede ocurrir en ese momento, aceptando su existencia tal y como es. Y disfruta de ello, porque se dedica a atenderse y a explotar todo lo bueno que tiene. Un día, tras el trabajo, se encuentra con Luis, un buen amigo suyo. Hacía mucho tiempo que no se veían, y tras un abrazo y un intercambio rápido de saludos, van a tomarse algo a un bar cercano y ponerse al día respecto a la vida de cada uno. Charla amena, de amigo a amigo, donde se respiran buenos sentimientos. De pronto, alguien se acerca a la mesa y saluda a Luis. Es una mujer, guapa y muy agradable, que sonríe mientras habla y transmite tranquilidad y seguridad. Luis le presenta a Paula a su amigo Pablo; éste le ofrece sentarse con ellos, ella accede de buena gana y los tres pasan un buen rato. Pablo, tras escucharla y verla, comienza a pensar que Paula es distinta, que le gusta. Ella le ofrece a él alguna mirada, alguna sonrisa que Pablo interpreta inequívocamente como interés. Tras un par de horas, ella dice que tiene que irse y el grupo se desintegra, los chicos aprovechan también para seguir con su día. A los dos días, Luis llama a Pablo y le dice que Paula ha preguntado por él, que si sería posible obtener su número de teléfono. Tras una llamada y una conversación agradable, Pablo y Paula comienzan a verse, conocerse, y darse cuenta de que son compatibles. Se gustan, les encanta estar juntos, y los valores e intereses del otro, son bien recibidos y admirados, ya que ambos gozan de una vida equilibrada y se cuidan mucho. El transcurrir del tiempo hace que inicien una relación de pareja que es, para ambos, lo mejor que han tenido hasta el momento, siendo ésta basada en el respeto hacia el otro, sus actividades y su persona en general, creando así una armonía sana y constructiva.
Pablo y Paula, dos personas que se quieren a si mismos, que tienen una vida ordenada, donde cada uno es lo más importante para su propia persona. No se dedican a buscar, a esperar, simplemente viven su vida, se quieren y tratan de darse siempre lo mejor. Y la vida les responde con lo mismo: alguien en las mismas condiciones y que les hace darse cuenta de que han conocido a una persona especial.
La búsqueda del amor es una frase que siempre ha sido usada como sinónimo de buscar a otra persona. Pero debería enfocarse en buscar el amor hacia uno mismo para poder encontrar, de forma no premeditada, alguien con quien de verdad comenzar una relación de pareja como no se ha tenido antes. Porque si no nos amamos a nosotros mismos... ¿qué podemos esperar de otros?


MANTENER MI CARÁCTER
Mi relación se basa en mantener mi carácter, algo que había camuflado erróneamente en otras relaciones.

Mantener mi carácter consigue que yo me quiera a mí mismo, que critique algo si es necesario hacerlo, decir las cosas de frente al igual que muchas veces lo han hecho conmigo, de derrochar energía si considero que sacaré un buen partido.

Mantener mi carácter significa que un mal gesto de la pareja no hace que brote un “perdón”, sino un “no me gusta esa mala cara”. Me quiero y no voy a permitir que alguien me haga daño, sin hacerlo tampoco yo, por supuesto.

Mantener mi carácter significa que mi pareja debe entender que un domingo salgo a correr por la mañana o que las tardes entre semana necesito tiempo para mi trabajo y mi ocio. Estar con ella, queriendo estar a otra cosa… no tiene sentido.

Mantener mi carácter significa que mis gustos no van a cambiar por mi pareja. Si a ella le gusta una música, no me voy a obligar a que también me guste a mí para entonces empatizar más con ella. En alguna que otra ocasión fui a un concierto que no me agradaba, o escuchaba música en casa que sólo a mi pareja le gustaba. Es bueno ceder en ciertos puntos, pero nunca fingir que eso es vital en la vida de uno.

Mantener mi carácter significa que no voy a intentar agradar a sus amigos, ni a su familia. No voy a ser agrio, voy a ser yo mismo. Muchas veces he intentado, con un gran derroche de energía, caer bien a amigos de otra de mis parejas… sin éxito alguno. He descubierto que tener mi propia identidad hace que ellos se interesen más por mí. Si no lo hacen, tampoco es mi objetivo.

Mantener mi carácter significa que puedo decir abiertamente “no me apetece estar colgado del teléfono los cinco minutos de rigor nocturno” si no lo veo necesario. El decir “esto no me apetece” dice mucho más de mí que si estoy aguantando algo que no me gusta. Es posible que algún día explote y eche en cara todo eso que he tenido que soportar… sólo porque yo he querido.

Mantener mi carácter significa que prefiero que me avisen de las visitas-sorpresa, antes de que me siente mal por haber hecho otros planes, aunque sea conmigo mismo para merendar tranquilo en casa leyendo algo. Gestionar y planificar mi tiempo y nuestro tiempo juntos, hace que los momentos en los que nos veamos sean mucho más agradables para los dos, y nunca agobiantes de alguna forma.

Mantener mi carácter significa que en el sexo pido lo que me gusta y no me atengo a sus normas, si las considero fuera de lugar. Por supuesto, no haré nada con lo que mi pareja no esté cómoda pero, por ejemplo, no dejaré que baje las persianas hasta que todo esté a oscuras porque le dé vergüenza su cuerpo (cuando, con quien lo hacía, eran sólo complejos suyos). No dejaré que sus miedos y tabúes nos hagan hacerlo siempre de la misma forma, en el mismo sitio. Si mi carácter busca algo de aventura, buscaré algo que nos guste; si me apetece el sexo en un probador de El Corte Inglés, no reservaré ese momento para cuando “lleguemos a casa”. Sin forzar, y parando a tiempo si la cosa no funciona, puedo conocer más a mi pareja, y comprobar que mi iniciativa era necesaria. Que en realidad, mi pareja quería que yo le quitara sus tabúes de encima, en lugar de sentir que sus miedos, casi siempre absurdos, dominan la relación.

Mantener mi carácter es mantener a la persona de la que mi pareja se enamoró, evitando travestirme con gustos y costumbres distintas.

Mantener mi carácter es, en definitiva, la forma en que le demuestro a mi pareja que me quiero a mí mismo, y que eso no significa que prescinda de su compañía, o que la deje de querer. Y, a diferencia de otras relaciones, me hace ver que es lo que realmente funciona y lo que mi pareja pese a alguna queja, es lo que más valora y le atrae a mí.
(Carlos Burgos: empareja2)