viernes, 28 de agosto de 2009

Dependientes y cobardes


Ayer alguien me contaba la extraña historia de un matrimonio cercano que me viene al pelo. Un típico lío de faldas que tiene ella con un médico de hospital. Entre ellos surge la pasión, el morbo de lo prohibido y el rubor adolescente que incita a no detener ese impulso recién nacido. Ella lo mantiene en secreto... hasta que decide contárselo a su madre. Sucede que al poco tiempo él se entera por otra persona y la madre se muere repentinamente sin que ambos sucesos tengan relación. O tal vez pasara al revés, primero fue la pérdida y luego el destape. Qué más da! Cuando por fin ambos deciden que ese matrimonio (con un niño pequeño) ha de disolverse... en pleno viaje para firmar los papeles, al cornudo en cuestión le llaman del hospital para notificarle que los resultados de unas pruebas que se realizó han demostrado que tiene un cáncer de caballo (como veis qué dramón!) Y equilicuá, el mundo se paraliza por completo... Está claro que las decisiones en caliente no deben tomarse nunca y lo lógico fue que dejaran el divorcio para otro momento. Ella siente tanta pena por su maridito que decide quedarse y apoyarlo ante tal tragedia. Pero la pasión puede más... y las ganas de sentise viva y sentir cómo renace una le hacen no poder decidir qué debe hacer. Como buena cobarde no hace nada... es decir, sigue su vida sin tomar ninguna decisión. De día cuida al enfermo y de noche cuida su afecto... Y empieza a fabricar dos vidas en paralelo... dos vidas a medias y llenas de engaños. Él, está claro que tonto no es, y sabe todo lo que su todavía mujer hace... Pero aún así no defiende su integridad. Todo lo contrario, se arrastra por el suelo suplicándole el amor que ella no le tiene, utilizando a su hijo como excusa para que no desaparezca de su vida...

Ayer en concreto iba yo con la persona que me contó esta historia al cine, cuando por casualidad, aparece la misma mujer de la historia con su amante y su hijo y los hijos de él, como si de una tierna escena familiar se tratara. Ella quedó completamente sorprendida por haber sido "cazada" ante tal escena... pero la cosa salió como si nada... tan natural...

Y hoy pensaba en los dos, por separado. En la cobardía que a ella le suponía quedarse y no ser feliz, y la cobardía que le suponía marcharse y dejar a su marido enfermo... Y me acordaba de él, de la dependencia que sufría por un pedazo del amor que ya no quedaba en ella, y en los terribles celos que debía sentir ante su competidor. La dependencia afectiva es un mal muy común en las rupturas de pareja... mas bien uno de los síntomas que llevan a que todo un día termine. Devaluarse como persona, impedirse decidir y no actuar por sí mismo son las consecuencias que llevan a ser lo que los demás quieran que seamos. Por ello es importante remarcar la importancia de ser nosotros mismos, de querernos por cómo somos, de aceptarnos, y de no mutilar nuestras vidas ante la persona amada. Porque realmente nadie quiere a una pareja dependiente, dócil y buena, sino una persona íntera, decidida, comprometida con su vida porque eso le dará valor. Qué difícil es a veces intentar ser feliz... y que fácil es serlo cuando te cuentan terribles historias como esta...

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